Presentación y petición de ayuda a la comunidad.

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Presentación y petición de ayuda a la comunidad.

  • Leo Vitali
    SuperAdmin
      Registrado el: 24 agosto 2012
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      No creo que pueda acostumbrarme a la ansiedad, tal y como sugieres. Es más, no creo que nadie pueda hacerlo. Acostumbrarse a la ansiedad es acostumbrarse al miedo. Y el miedo es una emoción adaptativa, que está ahí justo para que no lo soportes y te obligue a hacer cosas que te alejen del peligro.

      ERROR

      Confundes el impulso del miedo con el miedo patológico. Es normal que confundas esto y por eso debes leer quizá un poco más antes de adentrarte en este mundillo dado que, aunque yo no sea muy fan de tener que invertir ingentes cantidades de tiempo en psicoeducación de los pacientes, hasta una de las terapias más rapidas del mundo (B4DT) invierte 1 día entero en psicoeducación.

      ¿Qué diferencia al impulso de la patología?

      El impulso es adaptativo, se encuentra en todos lo animales y jamás se va a ir. ES POSIBLE que durante toda tu vida, cada vez que escuches un ladrido de un perro, te entre un escalofrio, al igual que cada vez que yo salgo a correr y cruzo por una parte de la acera que una vez me cai y me di una ostia muy grande, me da un pequeño escalofrío de alerta. Esto es prácticamente imposible de eliminar, y dependiendo el punto que te encuentres en tu vida, el impulso será más o menos grande. Este tipo de “escalofrio” a lo que muchos llaman miedo, es ni más ni menos que un pequeño subidón de adrenalina/epinefrina, nada serio.

      Pero por otro lado está el miedo patologico, que conlleva no solo esa continuidad en la epinefrina sino algo más desgastante e inutil que NO es adaptativo (de hecho es posible que sea involutivo pero todavía no ha quedado demasiado claro) y tiene que ver con el cortisol.

      Tanto la adrenalina como el cortisol, son motivadores de eso que llamamos “ansiedad” y a efectos prácticos se sienten en el cuerpo igual. No se puede notar la diferencia del efecto del cortisol o de la epinefrina por eso, el miedo patológico y el estímulo del miedo pueden pasar por iguales pero son significativamente diferentes.

      En general, hoy en día, los seres humanos estamos infra-expuestos a estimulos adrenalínicos de esos que tu llamas “adaptativos”. Hay poco riesgo, y poco “miedo” del bueno y en cierta medida se hipotetiza que es posible que este sea el motivo de muchos elementos patológicos como el TOC. Al no poder “descargar” esa adrenalina, se crea un remanente creciente de cortisol que en muchos casos, acaba en depresión de caballo.

      Por eso, cuando tu sientes eso que tu crees molesto, ansiedad, de lo que tu crees que has de huir, realmente es un fruto de un constructo en el que en el fondo, tú no has elegido vivir, sino que te han colocado ahí por los cojones y tienes que pasar. La única herramienta que te queda, desgraciadamente, son los santos cojones.

      Así que en el fondo -todos- los que tienen TOC, estan jodidos en dos niveles y no por esos dos componentes que tu comentas: es algo que va mucho más allá: es lo que te rodea en gran medida lo que te machaca fuertemente, y lo que te permite, en cierto grado, seguir amasando esas grandes cantidades de cortisol que cada vez incrementan los barrotes de tu prisión.

      ¿Cómo resolverlo? Curiosamente, hay un fenómeno que sí está estudiado, y tiene que ver con esa “intención paradójica” que hablaban los “logoterapeutas”: cuanto más haces de lo que tu crees, “dañino”, más “te recuperas”. Por eso, cuanto más cojones le echas a esa “ansiedad” (que no es adaptativa”, y más “te bañas en ella”, más se va. En cierto modo es un fenómeno que se ha dado en cientos de casos en el ser humano y se conoce como “hormesis” y es precisamente el motivo por el que el “mitridatismo” funciona: pequeña dosis de lo que supuestamente te mata, te acaba volviendo inmune a largo plazo.

      ¿Qué sentido lógico tendría tomar veneno si supuestamente, es anti-adaptativo? Incógnitas de esta, nuestra existencia. Tú veneno: tu ansiedad.

      Ahora te digo una cosa: es doloroso de cojones el mitridatismo, cada vez que te metes una pequeña dosis, te crees que te vas a morir. Pero si vives rodeado de serpientes que te pueden matar en cualquier momento, ¿qué opciones te quedan? Echarle cojones a la vida.

      Es un error capital lanzar teorías antes de poseer datos. Por naturaleza uno comienza a alterar los hechos para encajarlos en las teorías, en lugar encajar las teorías con los hechos. Sir Arthur Conan Doyle

      rampage
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        Hay poco riesgo, y poco “miedo” del bueno y en cierta medida se hipotetiza que es posible que este sea el motivo de muchos elementos patológicos como el TOC.

         

        Esto es muy interesante.

         

        Quiere decir que nuestro organismo al estar acostumbrado a cierto nivel de adrenalina durante centenas de miles de anhos, al haber perdido esa dosis de miedo ha encontrado otra “salida”?

         

        Ya no podemos descargar ese chute luchando o huyendo de una bestia.

         

        Sin embargo se han creado una innumerable cantidad de estresores medio ambientales, como por ejemplo, las altas expectativas del “suenho americano” o cualquier otra mierda, que generan una especie de miedo subjetivo en el que no se puede descargar toda esa reacción quimica.

         

        Es así maestro?

        altramuz
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          Esa división que marcas entre la adrenalina y el cortisol es muy interesante. Pensaba que ambas hormonas (o neuromoduladores) trabajaban SIEMPRE conjuntamente, pero veo que me equivocaba. Y también pensaba que había un sólo miedo, ahora descubro que hay dos: el impulso adaptativo, gobernado por la adrenalina, que no se me irá nunca y al tengo que acostumbrarme; y el miedo patológico, que es mucho más intenso, como un latigazo de cortisol. Divide et Impera, suena bien, pero tengo que integrarlo y entenderlo mejor. Porque desgraciadamente hay algo más que el ruido de los ladridos, y es el “ruido” posterior a ellos: mi obsesión. Ejemplo: hacía unas 48 horas que no escuchaba ladridos del vecino, pero este mediodía han vuelto a sonar por un corto periodo de tiempo. En mi cabeza ya rondaba la idea de que se habían ido de vacaciones o, mejor aún, que se habían ido del piso. Pero tras el shock inicial de escucharlos (que he tratado de soportar sin dar vueltas como un león), he estado toda la tarde pendiente de ellos, anticipándolos y dando un salto al menor ruido que sonaba más fuerte de lo habitual, como un portazo o el claxon de un coche. Lo mismo me ha pasado otros años, cuando una vecina se iba desde junio hasta septiembre y se llevaba a su molesto perro con ella. Entonces me quedaba tranquilo esos meses de verano, relativamente relajado y casi olvidándome del problema. Pero de repente, llegaba el fatídico mes de regreso, y una mañana cualquiera los ladridos volvían como un demonio rabioso. El latigazo era acompañado de una profunda sensación de derrota, de depresión, algo parecido a cuando te separas o pierdes algo importante, quizás un bajón de serotonína, no lo sé, pero que te roba todas tus fuerzas. En esos momentos pienso en los meses que me quedan por delante y en lo difícil que me va a ser soportarlo, y también, en ese mismo instante, comienzo a anticipar cuándo volverá a ladrar el jodido terrier. ¿Dentro de una hora?, ¿serán 2? Así me paso parte del tiempo que estoy en casa, esperando o anticipando el siguiente ladrido. Ahora que lo escribo me parece una idiotez, algo absurdo, de subnormales, pero en esos momentos lo encuentro perfectamente natural, o mejor dicho, necesario. Puede que sea una búsqueda desesperada de controlarlo, y quizás por eso el hecho de escuchar las grabaciones no me moleste ni mucho menos tanto como hacerlo en vivo. Será porque cuando las escucho siempre tengo el botón de stop que puedo usar en cualquier momento. Y, por supuesto, las grabaciones no me machacan con ninguna anticipación.
          Pero bueno, tal y como dices, hay que afrontarlo, y tras leer algo del protocolo Bergen, he quedado convencido de sus bondades y esta mañana he vuelto a escuchar audios de ladridos por una hora y media. Me he adaptado bien, e igual que ayer, no he tenido muchas dificultades. Luego, esta tarde paseaba por un parque, cuando me he encontrado a unos chicos que estaban en un banco con un perro que ladraba para jugar con ellos. Me he puesto bastante nervioso, y rápidamente ha cambiado el rumbo de mi dirección y también de mis pensamientos. El odio ha vuelto, y me he puesto de una mala leche que me ha durado toda la tarde, y eso que hasta el momento de escribir esto no he vuelto a escuchar más ladridos (milagro).
          Tengo que conseguir que los ladridos reales sean tan tolerables como los audios. Había pensado visitar una perrera o algo por el estilo, pero claro, volvemos a lo mismo, ya que me puedo largar del lugar cuando quiera, y eso impide que surja la dolorosa obsesión por anticipación, y atacar el problema.
          No obstante, esta nueva vía me parece altamente interesante, pienso apurarla al máximo. Lo de la intención paradójica es algo que encuentro fascinante, aunque el camino no será de rositas, tal y como apuntas. Sin embargo, ahora tengo algo con qué trabajar y, aunque soy escéptico, también siento un rayo de esperanza. Tu aportación, y especialmente este último mensaje, me está ayudando enormemente, gracias una vez más.

          Leo Vitali
          SuperAdmin
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            El protocolo Bergen es muy complejo, dado que se realiza en grupo y con un porrón de terapeutas (1 terapeuta por cada 2 pacientes, con un mínimo de 6 pacientes en el grupo) en un periodo extremadamente corto de tiempo, en el que cada terapeuta trabaja indistintamente con todos los pacientes del grupo durante el periodo completo.

            Yo creo que resulta efectivo este metodo, dado que existe muchísima presión de grupo, tanto por parte de los pacientes entre si (vergüenza), como por parte de los terapeutas entre si (competición). El tema es que hay muchas dudas sobre la permanencia de este proceso, dado que obviamente cuando estas variables de vergüenza y competición desaparecen, es posible que los efectos retornen con el tiempo, tal y como ocurre con la terapia EPR común. Por eso hay muchos psicólogos en contra de la B4DT

            Por eso yo te insisto, que la consistencia es lo más importante, por encima de cualquier terapia: hazlo, con decisión y sin recelo. Por el camino del medio. Has de ser el Michael Phelps de las piscinas de cortisol y bañarte en ellas como un profesional

            Sin embargo se han creado una innumerable cantidad de estresores medio ambientales, como por ejemplo, las altas expectativas del “suenho americano” o cualquier otra mierda, que generan una especie de miedo subjetivo en el que no se puede descargar toda esa reacción quimica.

            En cuanto a esto que comenta @josewman, efectivamente, todo se mueve entorno a los valores que nos han dictado principalmente, habiendo sido desprovistos de valores que realmente tienen que ver con la verdadera naturaleza del ser humano

            Valores com la familia, la salud, la comunidad o la amistad, hasta cierto punto yo diría que pueden llegar a ser sanos mentalmente hablando (aunque aquí luego entran los problemas como “el TOC relacional” cuando ponemos todo el ímpetu en el tema de las relaciones, como las relaciones amorosas).

            Pero existen otros valores de la sociedad, que son totalmente disfuncionales, como el valor del “bienestar anímico”, o lo que yo llamo de manera más simplista, el valor de la relajación:

            Sobre la Tranquilidad y la Relajación

            Obviamente, un valor 100% disfuncional y que desgraciadamente, somos muchos (por no decir, casi todos de los aquí presentes), los que a lo largo de toda una vida, hemos ido cultivándolo, apreciándolo y trabajándolo como si fuera un bien último, cuando en el fondo, es la auténtica corrupción de nuestra salud mental, del alma, de la mente, o de como quiera llamársele en función del credo de cada uno.

             

            Es un error capital lanzar teorías antes de poseer datos. Por naturaleza uno comienza a alterar los hechos para encajarlos en las teorías, en lugar encajar las teorías con los hechos. Sir Arthur Conan Doyle

            altramuz
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              Llevo varias horas entre ayer y hoy escuchando audios de ladridos. No me va mal, aunque en el ínterin he podido escuchar ladridos reales. Mi reacción (automática) ha sido detener el audio y tratar de localizar al perro. He observado que este comportamiento me ocurre siempre, y cada vez que escucho un ladrido busco inmediatamente su procedencia. Me recuerda a un problema que afortunadamente no tengo, me refiero al gesto de lavarse las manos por temor a la suciedad, o comprobar cien cosas antes de salir de casa. Aunque no padezco esos problemas, pienso que el hecho de buscar la fuente de los ladridos esté relacionado y sea algo parecido. Por ejemplo, hace unas semanas salí de noche bastante tarde a la terraza a tomar el fresco. Aunque salgo con tapones, pude escuchar algo parecido a un ladrido, que efectivamente lo era. Mi reacción inmediata fue vestirme y salir a la calle a buscar al jodido perro, y dejar una nota o algo. Regresé a casa sin haberlo encontrado, pero ahora que lo pienso, me doy cuenta que es algo que puede potenciar mi obsesión, y que debería de ignorar, al igual que debería de ignorar todos los “ruiditos” que confundo con ladridos, o mejor dicho, que sospecho que pueden serlo y me arrastran a encontrar su origen o explicación. Es paranoico, lo sé, pero al menos ahora soy más consciente de ello.

              Supongo que cuando hablas de “consistencia” te refieres más a resistencia que a otra cosa. Me ha gustado tu ejemplo que me anima a convertirme en un Michael Phelps de las piscinas de cortisol y bañarme en ellas como un profesional. Le he estado dando vueltas a tu idea, y me parece se puede extrapolar a otros aspectos de mi vida, ya que esa ansiedad anticipatoria también está construida de cortisol, pienso. Cuando estoy haciendo algo desagradable o cuando espero en la cola del supermercado, etc… siento una inquietud que acaba causándome ansiedad, y algunas veces hasta problemas. Me irrito mucho, y pienso que es mi bajísima tolerancia a la frustación o a cualquier cosa que absurdamente considero que “no me merezco”.

              Voy a seguir con los audios, incrementando el sonido (he colocado un altavoz más en la casa) y te iré comunicando mis progresos si no tienes inconveniente. También querría aprovechar para preguntarte si la habituación se produce repentinamente o poco a poco. ¿Crees que llegará el día en que despierte por la mañana y escuche los ladridos de un perro sin que me afecten?, ¿o por el contrario, puede que me pasen desapercibidos? ¿Cómo puedo conocer mis avances? Si me curo, ¿será de golpe o poco a poco? Gracias.

              Leo Vitali
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                Otra cosa que debes aprender y que resuelve muchas de las incógnitas que tienes.

                Tienes 50 años, y no sé exactamente cuanto tiempo llevas con el tema, el cual posiblemente haya mutado conforme pasan los años

                A nivel neurológico hay una sustancia muy curiosa que se llama mielina. Conforme pasan los años, esta sustancia se endurece con el objetivo de que las conexiones neurológicas se transmitan a una velocidad superior. Digamos que es como un semiconductor que cuanto más se endurece mejor conductividad tiene.

                La hipótesis dicta, que las conexiones endurecidas sirven para ejecutar tareas de manera más eficiente cuando estas han sido aprendidas y asentadas. Esto es “bueno” y “malo” al mismo tiempo. “Bueno” porque lo que ya sabes hacer, lo harás mas eficientemente y con precisión. “Malo” porque lo que sabes hacer y en el fondo, es inútil e incluso discapacitante, se convertirá en una manía.

                Por eso, es totalmente normal, que tu primera respuesta condicionada ante un estimulo de miedo (el ladrido del perro), sea una respuesta muy eficaz (ponerte a mirar de donde viene el ladrido), con el objetivo de resolverle este primer instinto de manera rápida y eficaz (instinto de supervivencia), es posible que nunca desaparezca

                ¿Recuerdas el ejemplo que te puse sobre el sitio en el que me caí cuando iba coriendo por la calle? Siempre que veo ese pedazo de acera con el que me tropecé, automáticamente me salta un mecanismo de respuesta que de manera casi inconsciente hace que tome el control de mis zancadas y mire con mucho detalle el lugar exacto en el que me caí. Para que esto se minimice, tienes que pasar 1000 veces por ahí, y entonces un nuevo “camino” de mielina endurecida se creará, haciendo que el antiguo, acabe quedando relegado en el pasado (aunque siempre quedará una reminiscencia, que aunque pueda ser algo molesta, no va a ser relevante llegado el punto)

                Por tanto respondiendo

                ¿Crees que llegará el día en que despierte por la mañana y escuche los ladridos de un perro sin que me afecten?, ¿o por el contrario, puede que me pasen desapercibidos?.

                No llegará ese día, pero pasarán ampliamente desapercibidos. Al igual que al cortisol, tienes que acostumbrarte a que ese evento resulte molesto pero irrelevante. En la terapia de aceptación y compromiso de Hayes (hay información sobre este tema en el apartado de Tratamiento Psicologico del foro), se habla de una metáfora: la del invitado molesto en tu fiesta o la del pasajero molesto en el autobús. En cierto grado, el objetivo de esa terapia es enseñarte, a que en la vida siempre hay algo molesto, que tienes que aprender a obviar. El maestro de la natación en cortisol también domina el arte de obviar los detalles molestos aunque esten ahí.

                Obviamente si en tu vida, introduces, de manera paradojica, elementos molestos a proposito, voluntariamente, te acabarás dando cuenta que otros elementos resultaran menos relevantes, por puro peso. Ejemplo: “si empiezas a dormir en el suelo, y tu molestia es el dolor de espalda que tienes cuando te levantas por la mañana, es probable que otras molestias, como lo que escuchas cuando te levantas (ladrido de perro) disminuya en interés”.

                ? ¿Cómo puedo conocer mis avances? Si me curo, ¿será de golpe o poco a poco? Gracias.

                No te curas. El TOC no es una enfermedad, por tanto, no tiene cura.

                ¿Es una enfermedad el Trastorno Obsesivo Compulsivo? Implicaciones

                Existe una cura para el TOC

                Dicho esto, entiende que el TOC es como un idioma o como montar en bicicleta: una vez aprendido no se puede desaprender. No hay cura para “saber hablar inglés”. Imagínate, que te entrara una obsesión que el inglés, es el idioma del diablo y que irás al infierno, a menos que desaprendas el idioma… ¿Cómo carajo lo desaprendes? ¿Una lobotomía?

                Pues aquí lo mismo: para ti los ladridos son el idioma del diablo, y no quieres escucharlos. ¿Cómo desaprendes la cantidad de compulsiones e inventos que te has montado? Esto es como cuando aprendes jardinería, y luego te vas a la gran ciudad a vivir y no vuelves a pisar un jardín en tu vida… lo que está aprendido, aprendido está para siempre. En tu mano está ejecutarlo o no. Tus compulsiones, los conocimientos que tienes sobre como “esquivar” el ladrido de los perros, te perseguirán siempre, en tu mano está ejecutarlos o no. En tu mano está reaprender un nuevo modo de vida.

                No es fácil, pero es el camino.

                Es un error capital lanzar teorías antes de poseer datos. Por naturaleza uno comienza a alterar los hechos para encajarlos en las teorías, en lugar encajar las teorías con los hechos. Sir Arthur Conan Doyle

                altramuz
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                  Creo que has acertado con lo de la mielina. Yo no soy una persona inteligente, siempre me ha costado bastante entender las cosas. Sin embargo, una vez que aprendía algo, destacaba del resto; y esto último me ha ayudado profesionalmente, permitiéndome llevar una vida bastante desahogada. También he sido tremendamente pesimista y muy, muy miedoso. Y supongo que todo esto está directamente relacionado con mi ansiedad.

                   

                  Es obvio que si sabes inglés, no puedes decidir des-aprenderlo, pero quizá sí se puedan introducir falsos significados a las palabras del idioma, de manera que cuando las leas o escuches, no las entiendas en ese contexto. Por ejemplo, cuando escucho el audio de los ladridos, ni por un instante me siento amenazado, pero basta un ladrido real en la escalera para que me ponga tenso. ¿Por qué existe esa diferencia? En primer lugar, tal y como te comenté, creo que es debido al control que tengo sobre los audios. Pero podría existir algo más, pienso tras leer tu contestación, quizás la diferencia también está en que la grabación de audios no tiene “futuro”, mientras que el ladrido en la escalera puede traer más, muchos más ladridos, y no sólo ahora, sino dentro de un rato, mañana, pasado y el resto del año. El pensamiento “yo no puedo vivir así” surge automáticamente porque como bien dices, está ya cableado y no puedo escapar a ello. Es la llamada “segunda flecha” de los budistas: me hago más daño yo que el propio ruido. Por eso mismo, creo que exponer abiertamente el problema me ayuda a racionalizarlo y me ofrece una ligera ventana de control.
                  Sin embargo también sé que no es suficiente porque ese pequeño margen es muy frágil, así que estoy pensando en realizar una pequeña aplicación que produzca un ladrido fuerte y aleatorio a cualquier hora del día. Quizás, de esa forma pueda confundir a mi mente, igual que si introdujera palabras erróneas en ese idioma ya aprendido. Me gustaría saber tu opinión al respecto. Desde luego que no voy a dejar las sesiones de ladridos (hago una hora por la mañana y otra por la tarde) Pero intuyo que si escuchara un ladrido fuerte, producido por mí, pero inesperado, mi razón no tendría tiempo para discriminarlo, y probablemente me daría un salto el corazón. Entonces, inmediatamente recordaría que es el ladrido de mi aplicación, y me calmaría. La segunda flecha sería detenida. Y quizás, repitiendo esta estratagema, acabaría confundido, sin saber si el ladrido viene de afuera o es el de mi casa. Esa confusión puede ser, al menos, algo tranquilizadora, y alejaría la intensa angustia inicial de pensar que ha aparecido un nuevo perro en el barrio o que tengo un vecino nuevo con perro. Algo que me preocupa muchísimo.

                  Paralelamente, voy a leer en el foro sobre la terapia de aceptación y compromiso de Hayes, que sugieres. Me ha gustado el ejemplo del invitado molesto, ya que me he sentido identificado como anfitrión de la fiesta. A mí me molesta casi todo, mi resistencia a los acontecimientos indeseables es casi nula. Sólo la presión del miedo me impide hacer cosas de las que me arrepentiría. De hecho, estoy casi siempre enfadado por algo, y si no hay nada por lo que estarlo, aumento el detalle de cualquier acontecimiento hasta que me indigna lo suficiente como para que surja la rabia o el desprecio. Te aseguro que no es nada agradable vivir así, y en muchos momentos pienso que a mis cincuenta y tantos, he desperdiciado mi vida. Gracias una vez más.

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