UIO_toch

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  • UIO_toch
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      Registrado el: 15 febrero 2018
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      Mimi he leído tu historia y es como volver a vivir la mía.

      Realmente es algo muy similar, hasta los 20 años no había tenido problema de ningún tipo con lo que se refiere a la homosexualidad, tal vez había retrasado el inicio de mi vida sexual por el simple hecho del miedo a dejar embarazada a una chica. Cuando fuí niño, tal cómo lo dices realice juegos eróticos con otros niños, varones y mujeres, nunca le dí una verdadera importancia. Luego de leer en algunas páginas entendí que el despertar de la sexualidad en la niñez es algo muy normal, de allí tantas historias de parejas que son primos, amigos cercanos de la infancia, etc.

      Resulta que cuando cumplí 21 mi deseo más grande era perder mi virginidad pronto, pues ya había pasado demasiado tiempo, me enamoré de la mujer más bonita del aula universitaria como si nada fuera a salir mal. De pronto realmente mi corazón pero sobretodo mi cabeza cayó en desgracia, tenía angustia y una profunda desesperación y ansiedad por los pensamientos homosexuales que cruzaban por mi mente, lo peor que alguien puede vivir en su vida.

      Una enfermedad física es fácil de explicar pero cuando se trata de un trastorno psicológico es algo imposible de que los demás entiendan. Al cabo de unos meses de estar pretendiendo a la chica del salón, le declaré mi amor de la forma más “romántica” en la que podía hacerlo, intentando sobreponer una situación que a ella le había convertido en un ser que no creía más en el amor. Lo difícil realmente fue superar la respuesta en ese momento que fue NO, después de todo el tiempo que le había dedicado, todo el esfuerzo y sobretodo todo el cariño, me dijo un NO. Mi corazón se destrozó en pocos segundos, pero no era nada de otro mundo, ya había pasado antes. Pasaron un par de días en que no podía dejar de pensar en ese NO, y mi cabeza puso una idea que me atemorizaba, de seguro debes ser homosexual por eso no la atraes, eres homosexual eso es lo que sucede, y venían en avalancha pensamientos que me dejaron en cama por casi un mes, al punto en que no sabía que hacer, solo sentía ganas de refugiarme en mi cama y llorar. Mientras ese mes transcurría, la chica del NO empezó a buscarme, a llamarme y quererse disculpar conmigo, lastimosamente yo no era parte de este mundo, era un ser sin más pensamientos que aquellos rumiantes que hablaban sobre homosexualidad y depresión.

      Mi pensamiento llegó a ser tan tormentoso que decidí terminar con mi vida, había elegido hasta el puente del cuál saltaría, es algo real. Pero no me podía dar por vencido tan fácilmente, decidí hablar con mis padres y comentarles que era homosexual, ellos lo aceptaron con tranquilidad y me decían que me apoyaban que no importaba que seguiría siendo su hijo. Pero tampoco fue algo que me ayudó como yo pensaba, decir que soy gay solo me generó mayor angustia, depresión y soledad. No se trataba de un gusto por el mismo sexo, se trataba de una idea obsesiva. El infierno se instaló en mi vida, necesitaba ayuda, quería superar la homosexualidad cómo si fuera una enfermedad o un mal religioso, intenté meditaciones o cualquier cosa que ayude pero solo generaba mayor ansiedad.

      Mis padres al borde de mi muerte me dieron su mano, aunque suene exagerado es cierto, me llevaron al psicólogo como yo quería, pero mientras ese “MÉDICO” hablaba yo solo sentía que mi mundo se acababa, mi madre con toda su fuerza al verme que no progresaba me dijo: “te voy a llevar a un Psiquiatra” si te encierran te voy a dejar ahí. Entonces en la visita al psiquiatra sentí que estaba loco, llegué a un punto en el que no podía ya hablar con nadie más, estaba totalmente encerrado, el doctor me recetó pastillas para la depresión y la ansiedad, algún tipo de hormona que mi cuerpo había dejado de producir, entonces en unos días mi estado era un poco mejor, pero seguía con los pensamientos rumiantes en mi cabeza, el llanto, el sudor de las noches y el no poder ni siquiera dormir habían debilitado totalmente mi cuerpo.

      Gracias a Dios y a mis padres, logré llegar a la segunda visita al Psiquiatra con la fuerza para contarle lo que me sucedía, le dije que tenía esos pensamientos homosexuales, pero que yo NO era homosexual, que no me sentía así. Toda la vida respeté a las personas gay, pero no quería decir que yo tuviera el gusto por otro hombre. El Psiquiatra me dijo lo que tu tienes lo veo más a menudo de lo que imaginas, es Trastorno Obsesivo Compulsivo Homosexual, y me recetó dos cosas que tengo muy grabado el nombre. “Clorazepam” una droga para revivir a la gente y “Fluvoxamina” una pastilla que producía por fin un desapego de las ideas rumiantes, los pensamientos obsesivos y que descongestionaba mi cerebro.

      Así salvé mi vida y la recuperé, pero esos dos meses de enfermedad fueron para mí 2 años en el peor infierno.

      Tres consejos realmente útiles que aprendí en la experiencia más fuerte de mi vida:

      1) No te quedes callad@, cuando sientas que un problema no lo puedes manejar, que es demasiado grande que te llena de angustia, cuéntale a alguien. Casi siempre las personas mayores tienen una idea más clara de la vida.

      2) Ten presente siempre quien eres, solo ello va a lograr que algún momento recuperes tu vida.

      3) Intenta no encerrarte, solo genera más angustia y ansiedad.

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